El avance de las monedas digitales también ofrece una cantidad considerable de oportunidades. Si se explotan bien, las empresas y diversas organizaciones podrían crear fuentes de ingresos alternativas y sostenibles. Sin embargo, para aumentar estas posibilidades, las economías de los países del tercer mundo deberían adoptar la integración de monedas digitales.
¿Por qué no se ha hecho todavía?
Un problema clave es que los países en desarrollo tienen tasas de producción bajas y el mercado laboral está en problemas. Muchas veces los recursos necesarios para la producción se dejan para la importación.
La clase alta despliega las herramientas necesarias y apoya a la clase baja confiándoles trabajo manual. Esto luego da como resultado un cambio en la distribución de la propiedad de la riqueza.
Para romper este ciclo, si bien esto puede no resultar en un reparto justo de la riqueza, la dependencia de las monedas digitales para los propietarios de pequeñas empresas podría normalizarse en un futuro próximo.
Para activos dominantes como Bitcoin, las empresas podrían aprovechar el modelo transparente y descentralizado de la cadena de bloques empleando opciones de pago de criptoactivos en su plataforma.
Para las empresas que aún no tienen presencia en línea, los cajeros automáticos de Bitcoin y las aplicaciones para comerciantes podrían ser útiles.
Otro canal en auge es la implementación de iniciativas extranjeras relacionadas con las criptomonedas que buscan compensar a sus empresas en un destino amigable con las criptomonedas.
Los países en desarrollo pueden acelerar el crecimiento económico aprovechando cuidadosamente esta oportunidad estimada de miles de millones de dólares.
Posibilidades reprimidas en países desarrollados
Con países como los Estados Unidos tomando medidas enérgicas contra las iniciativas de moneda digital, los países amigables con las criptomonedas podrían beneficiarse mucho a cambio de beneficios fiscales y mucho más.
Las empresas de inversión en criptomonedas son otro método independiente para crear riqueza entre los ciudadanos de los países en desarrollo.
Aparte del comercio de criptomonedas, que ya se está convirtiendo en una práctica dominante entre un gran número de millennials en los países en desarrollo, las prácticas de inversión que permiten a las partes interesadas invertir independientemente, sus propios fondos podrían ayudar a nivelar la tasa de pobreza.
Esto sería particularmente útil en países como Nigeria y Sudáfrica, donde numerosos esquemas Ponzi han florecido en los últimos tiempos.
Un evento notable fue la llegada de MMM (Mavrodi Mundial Moneybox), un esquema Ponzi que se desarrolló entre 2016 y 2018, prometiendo a los nigerianos fuertes retornos después de invertir y recomendar a los usuarios a la plataforma.
La plataforma colapsó más tarde poco después de la muerte de su fundador. La Corporación de Seguro de Depósitos de Nigeria (NDIC) informó que la plataforma perdió la friolera de 49,3 millones de dólares.
Hasta la fecha, fuentes no oficiales dicen que Nigeria, Ghana y otros países africanos importantes todavía están comprometidos a invertir en tales programas. Si las principales empresas de inversión en criptomonedas abrieran estratégicamente empresas en diferentes partes del país, podría haber un impulso económico significativo.
